Compagino mi trabajo de dirección de ejecución de obras de construcción con colaboraciones con profesionales y organizaciones comprometidas con la arquitectura y la salud.

Me incorporo a sus equipos para involucrarme en sus proyectos de construcción, formación o divulgación.

Me gusta decir que hago asesoría artesana.

Me he especializado en la selección, prescripción y puesta en obra de materiales y sistemas constructivos a partir de su influencia en la calidad del ambiente interior y en la percepción de los espacios. En suma, en la experiencia de la arquitectura.
Hace ya unos años, entendí definitivamente que en la relación de las personas con los espacios construidos, con los materiales y sistemas constructivos, con sus formas de ver el mundo, con los lugares en los que viven y trabajan, estaba el verdadero sentido del acto (o, mejor, proceso) de construir.

Comprendí también que la habitación (de habitar) tiene mucho que ver con cómo somos, cómo nos vemos, cómo nos sentimos, cómo nos relacionamos, cómo vivimos.
Estoy convencido de que no hay arquitectura sin personas.

De que buena parte de su experiencia de la arquitectura tiene que ver con cómo se usan los materiales de construcción, con cómo éstos se articulan en sistemas constructivos y con cómo se integran en un diseño formal y funcional significativo.
Interpreto la salud como un proceso continuo de interacción con el medio que habitamos, que afecta a las esferas física, mental y emocional de las personas.

Diseñar para la salud requiere conocer, comprender y comunicar estas influencias e integrarlas, como criterio básico, en la toma de decisiones que deberían pautan el desarrollo de proyectos comprometidos con las personas y el planeta.