Las conexiones inalámbricas se imponen cada vez más en los hogares: redes sin cable, televisiones y electrodomésticos inteligentes, nuevos dispositivos que ejecutan órdenes con tan sólo escuchar nuestra voz. Todos ellos aseguran facilitarnos la vida pero, ¿qué precio pagamos por ello? Si a esto le sumamos otros campos electromagnéticos, la iluminación artificial, el ruido ambienta, los tóxicos domésticos o la presencia de mohos, la calidad de nuestros espacios vitales disminuyen de tal forma que afecta a la salud y resta calidad y esperanza de vida.
Cada vez son más las personas que relacionan síntomas como el cansancio, el dolor de cabeza, tos, picores, alergia, sequedad nasal e infecciones recurrentes a factores ambientales. Comprender la influencia de factores de riesgo derivados de materiales, sistemas constructivos e instalaciones es un factor clave para nuestra salud.
La mediciones de la calidad del ambiente interior de viviendas y lugares de trabajo es una realidad desde que el Instituto Español de Baubiologie IEB forma a especialistas dentro de la biología del hábitat. “Desde los años 70 en Alemania se estudia el síndrome del edificio enfermo y ahora con estos aparatos fiables se puede investigar y ayudar particularmente a personas sensibles y a la población en general”, explica Petra Jebens-Zirkel.
Silvia de Santos y Miguel Martínez de Morentin, profesionales de la arquitectura, se especializaron en este tipo de mediciones tras finalizar el Máster en Bioconstrucción IEB y hoy forman parte de los equipos de gestión y tutorías del Instituto. Se desplazan a viviendas y oficinas para realizar la medición, diagnóstico, valoración y remediación de los diversos riesgos presentes en los espacios habitados.
“Me fascinó el área de la contaminación electromagnética aunque me costó mucho entender cómo afecta a las personas y tuve que dedicarle mucho tiempo y esfuerzo”, explica Silvia de Santos. “Las radiaciones, tóxicos y la contaminación microbiológica son factores de riesgo que afectan seriamente”, asegura Martínez de Morentin. Ambos se dedican profesionalmente a esta labor y en el último año han observado cómo las mujeres son más sensibles a esta contaminación ambiental. “Es muy difícil de diagnosticar y nos encontramos con personas desesperadas a las que les recetan ansiolíticos. Es muy gratificante escuchar cómo se solucionan los problemas de sueño, dolores de cabeza y malestar realizando modificaciones puntuales en sus hogares”, confirman.
Con el paso del tiempo se están confirmando más casos de electrohipersensibilidad por el aumento, en lugares tanto públicos como privados, del wi-fi, además de por la existencia de instalaciones eléctricas que dejan mucho que desear en la construcción en España. “El ser humano está hecho para vivir en la naturaleza y cada vez nos alejamos más de ella, vivimos en edificios artificiales y nos pasamos gran parte del día encerrados”, asegura Jebens-Zirkel.
Silvia y Miguel saben que estas mediciones va mucho más allá de datos que contrastar y analizar. Cada vez más, se encuentran con personas “no escuchadas, ni entendidas” por lo que deben hacer un ejercicio de empatía. Se trata de un arduo trabajo desde las mediciones, pasando por el análisis para dar soluciones a las viviendas y llevarlas a cabo. Asesoran desde el principio hasta el final. “Lo más gratificante es cuando te llega un mensaje de que sus problemas han desaparecido o han mejorado”.
Del confinamiento al teletrabajo
El tema es muy relevante si se tiene en cuenta que según la Organización Mundial de la Salud, pasamos hasta un 90% de nuestro tiempo en espacios construidos, más en los últimos tiempos donde el teletrabajo se ha generalizado en algunos sectores y el hogar ha pasado a ser también nuestra oficina. “Ahora más que nunca estamos poniendo especialmente a prueba la relación entre la salud y eficiencia energética. Cada vez hay mayor evidencia de cómo afecta a la salud y con las mediciones con aparatos sofisticados se puede remediar gran parte del problema”, prosigue la presidenta del IEB.
Para la biología del hábitat, una vivienda saludable proporciona bienestar y salud, no agrava ni genera enfermedad, debe tener iluminación natural y tanto la temperatura, como la humedad y las condiciones acústicas deben estar dentro de los límites de confort. Se persigue la reducción de la exposición a riesgos de origen físico, químico y biológico porque para la baubiologie la naturaleza es la referencia.
En el mundo en el que vivimos no es fácil ir a contracorriente y el consumo nos lleva cada vez más a tener todo interconectado. La electrónica se ha apoderado de los electrodomésticos y todos tienden a manejarse desde móviles o de forma inalámbrica. “Hay que ser conscientes de que estamos en la dirección falsa y podemos remediarlo volviendo a lo simple y cotidiano”, explica Jebens Zirkel.
Lejos de alejarse de los nuevos adelantos que facilitan la vida, desde la bioconstrucción se pide ser conscientes de que el cuerpo es sensible a la exposición a productos químicos y campos electromagnéticos artificiales. Pequeños gestos al alcance de todas las personas pueden significar una mejora en la calidad del aire interior. “Cada vez son más las personas electrosensibles y debemos aprender de estas evidencias claras porque todos los cuerpos lo sufren”, concluye Jebens-Zirkel.