Resumen del Trabajo Fin de Máster en Bioconstrucción IEB de María Jesús Carnero López, alumna de la 18ª edición.

La humanidad se ha relacionado consigo misma y con la naturaleza a través de símbolos,  formas y ritos. Ha buscado comprender el significado de la existencia, agradecer la vida, honrar a sus muertos, comprender el cosmos y comprenderse a sí misma. La arquitectura es la expresión perdurable en el tiempo de símbolos, geometría y conocimiento. La geometría reúne las claves de orden de dimensiones superiores en dos dimensiones.

Las construcciones ancestrales encierran un conocimiento que aún no hemos podido descifrar con la tecnología actual. Geometrías sencillas y rotundas son la base del diseño de las edificaciones y conjuntos más antiguos que se conservan. Están diseñadas en relación directa con la posición de los astros y amplían la visión de lo humano a escalas de ciclos de tiempo que superan el corto tiempo de la vida humana.

Recientes descubrimientos arqueológicos revolucionan la historia tal y como la concebimos y necesitan ser interpretados desde una mirada abierta para conocer su propósito y la tecnología utilizada.

La tecnología nos permite realizar edificios antes impensables y a la vez nos separa del entorno natural del que formamos parte hasta olvidarnos de quienes somos. El uso de la tecnología al servicio preciso del ser humano es el reto al que nos enfrentamos como sociedad en este tiempo. La velocidad de implantación de tecnologías inarmónicas con la tierra y el ser humano nos lleva a tomar medidas drásticas para posibilitar el conocimiento que nos lleve de nuevo al orden natural.

Con este bagaje cultural de fondo, se presenta un proyecto de Casa en Espiral. Su diseño se basa en la denominada “spira mirabilis” o espiral milagrosa que reproduce el efecto de crecimiento ordenado según las leyes de la naturaleza. Se proyecta la conjunción del fuego y el agua que se unen en el origen de la espiral, conectando el cielo y la tierra en una línea vertical que introduce un moviendo ascendente del fuego y otro descendente del agua. La forma de la espiral logarítmica está en la base de toda la geometría y conecta las diferentes dimensiones mediante un reflejo fractal.

El orden aflora desde dentro, es inherente a la materia y anterior a ella, y cuando se manifiesta de manera consciente en la materia se abre un nuevo período de expresión de verdades superiores.

Hay muchos estudios científicos que sustentan principios base para una arquitectura que sana:  conectar con los ritmos y los ciclos naturales;  utilizar la geometría y un nivel de fractalidad alto para que nuestra vista reconozca los espacios como naturales; utilizar materiales naturales que favorezcan la sensación de placer natural; conseguir un bajo impacto ambiental respetando el entorno natural.

La sanación abarca tanto la curación del cuerpo como la del alma, y nos abre la mente a nuevas formas de entender la vida.

La ciencia y las religiones empiezan a encontrar puntos en común lo que convierte a los asuntos de fe en conocimientos que nos sirven de base para crear nuevas realidades, en las que podemos ser autores/as en lugar de actores o actrices de nuestras vidas. Los dogmas dan paso a las experiencias individuales y estas alimentan el bagaje colectivo que a su vez influye en todas las personas.

Nuestras casas son nuestros templos, el lugar que habitamos. Respetar las condiciones que necesita nuestro cuerpo para conectar con los elementos sutiles de la materia con otros planos, requiere conocer el orden y como se manifiesta para que la casa sea el templo que honra al cuerpo, el sueño que alimenta el alma, y contemple el orden que nos conecta con el espíritu que habita en todo. 

 

Bibliografía y enlaces de internet

[1] “Las invisibles energías de gran vitalidad del valle de las pirámides de bosnia”, https://piramidesdebosnia.com/descubrimientos/

[2]  “Creation in Gaudí”, Chiara Curti, arquitecta,  directora María Laín, https://www.youtube.com/watch?v=Jxf5CxtLLJU

[3] Jacques Bombin y Raymond Montercy, “IGLESIA ROMÁNICA: CAMINO DE LUZ”

[4] Marco Aresta, “Arquitectura como organismo vivo”, Editorial Nobuko, Buenos Aires

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