El 19 de noviembre se celebra el Día Mundial del Retrete, un mueble que tenemos en nuestras casas y ante el que no reparamos sobre el gasto de agua potable que exige diariamente. En la década de los 30, el sueco R. Lindstrom inventó el inodoro seco y desde entonces está en funcionamiento, sobre todo en los Países Nórdicos y Estados Unidos, con el nombre de “Clivus Multrum”.

Así es el inodoro seco que el Instituto Español de Baubiologie (IEB) aconseja en todo proyecto de bioconstrucción por todas sus ventajas. Este “baño bio” te hace ahorrar hasta 150 litros de agua potable al día en una casa con cuatro personas y además, te permite hacer un compost para fertilizar con los restos orgánicos en el huerto o jardín. Una depuración de lo más natural, sin malos olores ni costes añadidos.

Por fuera, con su estética de porcelana, nadie diría que es un retrete diferente a lo convencional. Aunque al asomarnos, vemos un agujero algo más grande, dividido en dos partes para separar el líquido de lo sólido. Debajo del inodoro, un pequeño compostero recoge los restos y el tiempo hace el resto. Además de reducir nuestra factura, el ahorro de agua favorece al medio ambiente, ya que en la mayoría de los casos, se trata de agua potable la que utilizamos cada vez que tiramos a la cisterna.

Un retrete que no necesita agua, ni depuración externa y desde luego, sin olores. Esto se consigue gracias a la instalación por ventilación natural de un tubo de 10 centímetros de diámetro conectado al exterior. En caso de insuficiente tiro, existe la posibilidad de montar un extractor similar al de una cocina para encender durante unos segundos tras su uso.

Su instalación es simple, sin cadenas que se estropean o agua goteando continuamente. Se trata de un inodoro para toda la vida que convierte nuestros restos en materia orgánica tras un proceso de fermentación. Dependiendo del número de personas usuarias, el mantenimiento se llevaría a cabo entre 6 meses y un año, momento en que el compost ya está preparado para su posterior uso como abono. “No hay que olvidar que hasta un 95% de las heces es agua y cuando se ha evaporado esta humedad queda muy poco volumen”, explica Petra Jebens-Zirkel, presidenta del IEB y usuaria de retrete seco desde los años 90.

Sobre lo que hay que prestar atención cuidado, al igual que en cualquier compostero, es la no presencia de plásticos, medicamentos, metales o cualquier producto de limpieza que podría estropear o frenar el proceso de fermentación.

Un retrete que protege el medio ambiente

Además de pagar menos, este tipo de inodoro colabora con el medio ambiente reduciendo de forma drástica el uso de agua potable. Si una casa con cuatro miembros gasta alrededor de 150 litros, ¿cuánta cantidad de agua potable se podría reducir a nivel mundial?

Sólo en una comarca como Sobrarbe (Huesca), con una población de unas 7.700 personas, se calcula que el gasto diario por el uso de los inodoros es de 288 metros cúbicos de agua potable. Y a pesar de no ser considerada como zona de sequía, ciertos años siempre hay núcleos poblacionales que necesitan de transporte de agua de boca durante los meses de verano.

Sin duda alguna, una buena alternativa para casas con una o más plantas que aspiren a ser eficientes y con un bajo consumo de energía. Incluso para lugares alejados de sistemas depurativos como casas rurales, refugios de montaña y un buen ejemplo para espacios naturales protegidos.

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