‘Si nos entregamos a la inteligencia de la tierra podremos alzarnos enraizados, como árboles’

(Rainer Maria Rilke, El libro de Horas)

 

Resumen del Trabajo Fin de Máster en Bioconstrucción de Andrea Sender, alumna de la 23ª edición

La lana de oveja es una fibra natural proteica con unas propiedades excepcionales. Se trata de un recurso natural disponible, biodegradable y renovable que destaca por su versatilidad.

Se estima que hoy existen más de cien millones de ovejas pastando por los campos de Europa y Reino Unido que se crían para diferentes usos, sean leche, carne o lana. De media, se esquila una vez al año, pero la gran mayoría de estas toneladas de lana se convierten en un problema de escala mundial ya que, al no haber mercado para este recurso, o se abandonan, o se entierran o se incineran con dinero público. No toda la lana es apta para el sector textil, pero tiene potencial a nivel artesanal e industrial. Un 70% de las fibras textiles que se fabrican en el mundo son sintéticas, derivadas del petróleo, frente a un 30% de fibras naturales, de las cuales la lana solo representa un 1,1%. Gran cantidad de microfibras llegan a los ríos y mares y de ahí a la cadena alimentaria; de hecho, la contaminación por microplásticos es uno de los mayores problemas ambientales que enfrentamos actualmente.

En España el valor de la lana se ha desplomado en los últimos dos años, sale más caro esquilar una oveja que un kilo de su lana. Las cadenas de transformación completas casi se han perdido y China ha reducido sustancialmente el número de importaciones de lana nacional.

Somos el único país del mundo con una red de vías pecuarias que consta de 125.000 km. La trashumancia es una práctica ancestral que permite hacer un manejo holístico del territorio. Promueve el bienestar animal, es una pieza clave para la mejora del suelo, recursos naturales y la gestión del agua. Es una herramienta para la prevención de incendios que puede ayudar a mitigar los efectos del cambio climático y promueve la dinamización del medio rural.

Para lograr un sector textil circular la clave está en la fase de diseño. La lana es un material muy versátil y la bioconstrucción puede ayudar a revalorizar esta fibra en el diseño de interiores. Lo bello natural es imperfecto, tiene matices de forma y color, texturas, figuras curvilíneas y con el tiempo se transforma. Lo ideal es que se degrade y que pueda volver a la tierra para nutrirla.

 

Detalle de un vellón de lana recién esquilado. Menorca, 2022. Fuente: Andrea Sender

 

La lana en interiores se puede aplicar a mobiliario, textiles como alfombras, mantas, cortinas, colchones, edredones y almohadas, entre otros. Pero también encontramos lana en soluciones acústicas muy creativas en diferentes formatos, desde paneles o revestimientos de formas muy diversas aplicadas al muro o techos, piezas modulares para muros, hasta estructuras tipo separador que pueden ser colgantes o auto portantes. Existen fabricantes de fieltro de lana 100% para textiles divisorios del espacio, y artistas que realizan obras de gran formato hechas con lana y materiales naturales aplicadas a la arquitectura para edificios públicos. El fieltro de lana se puede fabricar de manera industrial o manual y puede ser extremadamente resistente e incluso poseer propiedades mecánicas y estructurales.

Las razones para el uso de la lana en interiores se justifican tanto por motivos de seguridad en la vivienda, pues es el mejor material natural en cuanto a resistencia al fuego, como por motivos de salud, ya que ayuda a regular la humedad del ambiente interior debido a sus propiedades higroscópicas. Mejora las condiciones del descanso, absorbe contaminantes del ambiente interior (COV), mejora las condiciones acústicas al absorber los sonidos de alta y baja frecuencia y contribuye a generar más confort para poder ajustar de manera más sostenible los sistemas de calefacción de la vivienda.

Valorizando y utilizando la lana, tejemos los hilos de una red de interconexiones que incluyen la trashumancia, el manejo holístico del territorio, la economía biorregional, la gestión forestal, la salud, el arte, la artesanía, el diseño de interiores con parámetros de bioconstrucción, la innovación tecnológica, la educación… Hay todo un camino por recorrer que pasa por la implementación más eficiente de sistemas de transformación de la fibra para cerrar su ciclo y que sea el motor de nuevas culturas regenerativas.

 

Imagen principal: Obra ‘Fields of transformation’ (2017) de Studio Claudy Jongstra en la sala de lectura del ‘Van Pelt-Dietrich Library Center’, Philadelphia. Fuente: Brad Feinknopf

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