Resumen del Trabajo Fin de Máster en Bioconstrucción IEB de Montserrat López Mestres, alumna de la 18º edición.

Cada año se fabrican 1.457.000 móviles Smart. Su uso extendido y normalizado está envuelto en un aura de sostenibilidad que no le corresponde.

Tres aspectos poco conocidos de estos dispositivos son su alta demanda de minerales, su elevado consumo energético y sus efectos negativos en la salud.

La energía computacional requiere más de la mitad de los elementos de la tabla periódica para funcionar y esto ejerce una significante presión en el planeta y en los lugares de extracción.

Si la compleja extracción de esos minerales críticos y escasos se lleva a cabo en países empobrecidos y en muchos casos en conflicto, al problema se añaden las toneladas ingentes de chatarra electrónica anual como resultado de las constantes actualizaciones.

Aunque la minería oficial ya genera problemas, la minería ilegal o artesana es la más denunciada por delitos ambientales y de derechos humanos: envenenamiento, deforestación del Amazonas, desplome de especies protegidas, tráfico de menores, trabajo forzado, muertes y un largo etcétera. El caso de la República Democrática del Congo es especialmente grave. Los minerales extraídos ilegalmente acaban en la cadena legal de suministro, acabando en nuestras manos.

Sobre el consumo energético de Internet, dos factores que han contribuido a su aumento son:

  • El acceso inalámbrico, ofrecido como única opción por la evolución de los dispositivos
  • El aumento de la tasa de datos por contenido, siendo su mayor agravante el streaming de vídeos (bajar al momento sin hilos)

Esta tendencia es problemática energéticamente, y de hecho la que crece sin control.

Si los servicios en la Nube en un principio demostraron ser un modelo energéticamente eficiente mediante su acceso por cable, el boom de su acceso inalámbrico disparó el consumo energético de forma alarmante.

Las características de la tecnología 5G alejan aún más de los límites de crecimiento necesarios su implantación y la convierten en un acaparador de energía global con un consumo de 61 veces más del 2020 al 2030. La industria ha documentado repetidamente que no se han alcanzado las ganancias en eficiencia energética para este despliegue.

El límite del crecimiento de internet es el suministro energético, por tanto, una opción viable es la auto imposición de límites. Esta solución ya se aplica sin problema a otros ámbitos (bajar el termostato, apagar luces que no usamos, etc.). Y en el ámbito de internet hay que entender que el consumo de datos equivale al consumo energético. Y que además si la transmisión y consumo de datos se realizan sin cable, la necesidad energética es aún mayor.

Poner límites no impide el progreso tecnológico, sino que lo posibilita mediante un cambio de rumbo hacia su eficiencia tanto en dispositivos como en internet.

En cuanto a la salud, si los efectos negativos por el uso de telefonía móvil han sido estudiados ampliamente con resultados claramente incontrovertibles, los esfuerzos destinados a negarlos han sido crecientes y constantes.

La radio frecuencia transmitida por microondas se prefiere a las ondas de radio como medio de comunicación. A su paso atraviesen también cuerpos biológicos, incluidos sus órganos vitales. Debido a esto el espectro de enfermedades y síntomas es amplio ya con exposición a niveles bajos y efectos no térmicos. Algunas son: arritmias, infartos, muerte celular, enfermedades en la sangre, interferencias en la médula ósea, tumores cerebrales, disrupción del ADN, dolor de cabeza, reducción de la producción de melatonina, deterioro del sistema nervioso central, electro sensibilidad, supresión del sistema inmune, reumatismo, cáncer infantil, enfermedades linfáticas, además de irritabilidad, depresión, tendencias suicidas, permeabilidad de la barrera hematoencefálica, y un largo etc. Los cerebros y cráneos infantiles absorben como mínimo dos veces más radio frecuencia que los adultos, y su médula ósea 10 veces más. Como con cualquier otro tóxico, un móvil o dispositivo inalámbrico debe mantenerse fuera de su alcance.

Por tanto, en ese aspecto es imperativo el sentido común, y ante la duda en lo que afecta la salud y medio ambiente, aplicar siempre el principio de precaución.

No está nada claro que la telefonía móvil tal y como la conocemos haya venido para quedarse. Los cambios para su viabilidad incluyen una adaptación de pautas que hagan posible su producción auto suficiente, su acceso racional y energéticamente eficiente y su inocuidad para la salud y el medio ambiente.

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