Resumen del Trabajo Fin de Máster en Bioconstrucción de Lucía Segalerba Vanni, alumna de la 24ª Edición

El urbanismo como práctica social de creación y transformación del hábitat urbano, es uno de los instrumentos principales para la recuperación de la actual crisis económica y ambiental. La pandemia por Covid-19 se ha vuelto una excusa para ensayar nuevas formas más flexibles y permeables de ciudad.

En esta propuesta se articulan tres grandes conceptos: Cooperativa de Vivienda (Uruguay), Materiales de baja transformación y Usos temporales, entendidos como una oportunidad para la regeneración urbana desde la microescala, en terrenos vacantes de la ciudad consolidada.

Conociendo el déficit habitacional actual de Montevideo, de 80.000 viviendas, se pretenden repoblar barrios en áreas centrales que cuentan con servicios urbanos. Si bien resulta una estrategia beneficiosa en términos ambientales y de cuidado, es necesario prever usos mixtos que equilibren el destino del suelo.

Para ello es fundamental la revisión del modelo de Cooperativas de Vivienda y sus normativas, para incluir dentro de sus proyectos servicios urbanos, como existían antes de la modificación de  reglamentación del año 2008, que al mismo tiempo que aportan a la trama urbana, da la posibilidad a que colectivos del territorio usen esos espacios para su actividad económica, social o cultural.

Un caso que se vuelve evidente es la planificación de barrios como Ciudad Vieja, donde es fundamental la inclusión de espacios que potencien la biodiversidad y servicios ecosistémicos. La incorporación de espacios verdes en la ciudad, posibilita una red ecológica que contribuye a la adaptación de las ciudades, aportando al control térmico, sonoro así como a la captación de polvo, CO2 y disminución de contaminantes del agua, el suelo y el aire. (IEB 19, 2017 y NAP ciudades y Plan Nacional de Adaptación al cambio climático, 2019).

Por otro lado en Uruguay, el movimiento cooperativista de vivienda y de producción, tiene una fuerte tradición en soluciones colaborativas basados en la ayuda mutua para temas fundamentales como el derecho a la ciudad, el acceso a la vivienda y al trabajo. De esta forma, contamos con comunidades activas, con un potencial transformador de construcción de ciudad, con la posibilidad de tener un rol central en la generación de infraestructuras urbanas. Reconocer este escenario, nos habilita a pensar en un sistema de usos temporales y mixtos en red como pueden ser: áreas de descanso y convivencia, equipamientos para sostener la alimentación (horno comunitario), espacios de sombra, de juego infantil, asambleas o reuniones, aulas al aire libre, usos capaces de trasladarse y adaptarse a otros nuevos espacios invitando a la participación de la comunidad.

Entendiendo que nos encontramos en esta contemporaneidad “líquida”, los cambios son relativamente rápidos, espontáneos y exige atender al emergente (Bauman, 1999). Esto se contrapone con los procesos de largo aliento encaminados desde la institucionalidad pública y más aún en el diálogo interinstitucional, por eso es importante que desde los distintos niveles de gobierno se habiliten procesos de participación urbana.

Estos procesos de planificación participativa son formas de construir políticas públicas en diálogo con lo que la comunidad solicita. Se debe caracterizar por no imponer visiones, sino habilitar el diálogo con los grupos y construir proyectos, planes y programas, aquí el verdadero desafío de las políticas públicas es su implementación y gestión (De Biase, 2012).

La Universidad desde su integralidad de las funciones, puede tener un rol fundamental, el desafío de continuar apoyando a los distintos niveles de gobierno, a los movimientos sociales y a las experiencias de recuperación ciudadanas en la construcción de un modelo territorial que coordine las políticas sectoriales y consolide estas prácticas de cuidado.

Si comprendemos la oportunidad que existe entre: las infraestructuras verdes, los materiales de baja transformación, la comunidad con valores cooperativos, el valor cultural y las prácticas comunitarias de cuidado y se lo intersecta con la temporalidad que le aporta la vacancia en los terrenos en “custodia” por las Cooperativas de Vivienda. Estos espacios podrían transformarse en laboratorios para ensayos de ecosistemas urbanos y exploración de técnicas constructivas, sistemas alternativos y tecnologías ancestrales o enclaves verdes, bio-diversos, habilitando a un sinfín de posibilidades de equipamientos urbanos. Y en esa articulación dinámica se vislumbra el futuro de una regeneración urbana en clave de biología del hábitat hacia la transición ecológica y social de nuestras ciudades.

BIBLIOGRAFÍA

[1] IEB / IBN, 2017: Módulo 19. Apuntes del Máster en Bioconstrucción

[2] Plan Nacional de Adaptación al cambio climático en ciudades e infraestructuras (NAP ciudades), Ministerio de Ambiente y Ministerio de Vivienda y Ordenamiento territorial, 2019

[3] Polyák, L., Bod, S. y Bródy, L. S. (2021). The power of civic ecosystems. How community spaces and their networks make our cities more cooperative, fair and resilient. Cooperative City Books

[20] Goñi, A., Giovanoni, C., Segalerba, L y Zino, C. (2020). Laboratorio Reactor Ciudad Vieja. Montevideo: Departamento de Desarrollo Urbano, IM, 2020. Consultable en https://www.reactoruy.com

[21] Goñi, A., Giovanoni, C., Segalerba, L y Zino, C. (2022). Reactor Ciudad Vieja, urbanismo

de cuidados y regeneración urbana participativa en el centro histórico de Montevideo. En Ateneos 7. Instituto de Estudios Territoriales y Urbanos, FADU-Udelar

[9]Cardarelli, G. y Rosenfeld, M. (2003). La gestión asociada: una utopía realista. Centro de Apoyo al Desarrollo Local. CUADERNO No 39

[13]De Biase, A (2012) “Entrevista a Ana Clara Torres Ribeiro Laboratório Urbano: experiências metodológicas para a compreensão da complexidade da cidade contemporânea”, Revista Redobra – no 9 ano 3, 2012. http://www.redobra.ufba.br/wp-content/uploads/2012/04/redobra9_Alessia-de-Biase-entrevista-Ana-Clara-Torres-Ribeiro.pdf

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